viernes, 20 de mayo de 2011

MÁS QUE UNA VIDA AL SERVICIO DE LA EDUCACIÓN… (1º Parte)



María Angélica Aguilar Teneb (San Ramón, Calbuco 1953) es toda una institución dentro de la Escuela “Pedro Pablo Lemaitre”. Más de 40 años de servicio en este establecimiento avalan el recorrido de esta Maestra de Maestras, quien ha entregado mucho más que una vida en aras del bienestar de sus alumnos y alumnas. María Angélica nos abre su corazón y nos habla del pasado, del presente y del futuro de su Escuela “Pedro Pablo Lemaitre”.

Tía María Angélica, ¿cómo fueron sus inicios en la educación?

Mis inicios fueron un poco complicados, porque cuando yo comencé a trabajar en este colegio era muy difícil la situación que se vivía en el Internado; Habían niñas con muchos problemas sociales, económicos, realmente eran niñas abandonadas, vivían los 365 días del año en el Internado, asistían a clases y algunas tenían familiares quienes las venían a ver y las sacaban los fines de semana, pero ellas eran las menos. Las niñas mayores actuaban de mamá de las menores, todo era muy diferente, las niñas querían su hogar; Ellas ayudaban y preparaban los almuerzos y las mesas, porque no teníamos personas que cocinen, cuidaban a sus compañeras, ayudaban a bañarlas, a peinarlas, a vestirlas, a hacer sus tareas . Era realmente un hogar, las niñas vivían más tiempo en su escuela porque no tenían un lugar afuera. Eso hacía que hubiera una mayor entrega de las alumnas mayores, eran madrinas de las más pequeñas.

¿Se podría decir que este sentimiento de hermandad y familia es el sello de la Escuela “Pedro Pablo Lemaitre” en el transcurso de los años?

Sí, todas ellas volvieron después como madres y abuelas, y van a morir con ese sentimiento de apego a su hogar y a su colegio, porque aquí aprendieron a ser lo que son hoy día. Eso te da un ejemplo de cuanto ellas amaban a su Escuela, lo han transmitido a sus familias y lo van a llevar por siempre.

Tía Angélica, ¿Cómo era la Escuela “Pedro Pablo Lemaitre” en sus primeros años?

Cuando yo llegué, el año 1970, habían solo 5 salas; Habían 5 profesores, una Subdirectora y una Directora. Las niñas del hogar asistían a clases todos los días, y también habían alumnos externos, pero los cursos, no como hoy en día, eran de pocos alumnos. La Directora era la Sra. María Amarante. Los apoderados, con ayuda de la Municipalidad, levantaron 3 de esas 5 salas. Entonces, el hogar se ocupaba para hacer los actos, estaban las oficinas y también se ocupaba para hacer las clases. Después, se construyeron unos invernaderos dónde se sembraron verduras, las cuales las chicas en verano las podían aprovechar, porque como ellas se quedaban en esa época...Las salas de clases estaban hechas con madera y rapidito comenzaron a “guatearse”, porque estaban muy cerca del suelo y había mucha humedad…

¿Cuál es diferencia que tú has percibido y has sentido en la relación de los apoderados, los alumnos y la Escuela, en el ayer y el hoy?


Mira, yo creo que al ser una Escuela con tantos alumnos ha ido como dejando de tener esa calidad de familia y de hogar que existía en ese tiempo, ahora es un colegio demasiado grande; Los apoderados siguen queriendo a este colegio, pero en ese tiempo si los apoderados debían venir o los llamaban a trabajar, venían todos. Pero por eso mismo, porque eran menos. ¿Los alumnos y su colegio? Ellos lo cuidaban harto. ¿Los apoderados con sus profesores? Yo la veía de afuera, pero yo creo que sigue siendo la misma, siempre han existido y existirán las diferencias entre apoderados y profesores, pero generalmente los profesores de este colegio se han destacado por ser cariñosos y atentos con sus alumnos.

Tía, tú viviste en una época en la cual la tecnología aplicada a la educación era prácticamente inexistente. Ahora trabajas en un entorno dónde tienes muchas herramientas a mano. ¿Cuál es el aporte de la tecnología en el proceso educativo?

Es un tremendo cambio; En ese tiempo no había nada y nada era fácil para el profesor, porque ellos tenían que escribir sus pruebas a mano, escribir en las pizarras, hoy día lo tenemos todo rápido, gracias a la tecnología. Cuando yo comencé a trabajar, había una sola máquina para escribir, del año 1958. Con esa máquina se tipeaban los balances de fin de año, eran unas planillas grandes. Eso era lo único que te podía ayudar. Mucho después llegaron los mimeógrafos, y eso vino a aliviar la preparación de las pruebas y las guías.


Tía, ¿tienes alguna anécdota del pasado que nos quieras contar?


Hay tantas cosas vividas en el colegio, sobretodo como este hogar estaba en un lugar desolado, no habían casas alrededor, no había pavimentación, en invierno había puro barro y en las noches había que llevar niñas al hospital. Y aunque no nos quedaba lejos, igual debíamos caminar con ellas hasta Zenteno para tomar algún taxi porque ninguno podía subir. Y una vez, en pleno invierno, fuimos al hospital y yo andaba con tacos, y el taco se me quedó enterrado en el barro. Tuve que irme así no más, con los tacos en la mano…Las niñas, algunas veces, se escapaban. ¡Y había que ir a buscarlas y traerlas! Nadie te iba a ayudar y había que hacerlas aparecer.

(Continuará...)